La pasión de Bastián Baltasar Bux eran los libros.
Quien no haya pasado nunca tardes enteras delante de un libro, con las
orejas ardiéndole y el pelo caído por la cara, leyendo y leyendo, olvidado del
mundo y sin darse cuenta que tenía hambre o se estaba quedando helado…
Quien
nunca haya llorado abierta o disimuladamente lágrimas amargas porque una historia
maravillosa acaba y había que decir adiós a personajes con los que había corrido
tantas aventuras…
Quien no conozca todo eso por su propia experiencia, no podrá
comprender probablemente lo que Bastián hizo entonces.
ENDE,
M: (1982). La Historia interminable. Madrid, Alfaguara, pp.
12-13.